Siempre me ha gustado más la Alicia que atraviesa el espejo, que la que persigue al conejo blanco hasta el País de las Maravillas. Imaginar que existe un mundo paralelo más allá de lo que el espejo refleja era algo que de niña siempre me llamó la atención. Quizá porque donde vivía, eran pocas las oportunidades de divisar conejos blancos, pero siempre había un espejo a mano en el que mirarse. El paseo de Alicia a través del tablero de ajedrez siempre me ha parecido una metáfora del paso de la niñez a la adolescencia y un recordatorio de que, aunque crezcamos, siempre debemos dejar un espacio para la imaginación y la diversión. Es de esos libros que lees de niña, pero que merecen re-lecturas a lo largo del tiempo, porque siempre encuentras matices nuevos y cosas que se pasaron por alto en las lecturas anteriores.
Como Alicia es uno de mis personajes de cuento favoritos, he decidido hacerme este broche de fieltro.
De paso he aprovechado para mejorar la Caperucita Roja que os enseñé hace un tiempo ¿notáis la diferencia?
No se que tienen los cuentos, que siempre son agradables de leer y escuchar, tengamos la edad que tengamos.
Qué chulas!
ResponderEliminarGracias ¡¡¡ La verdad es que quedan muy monas puestas luego sobre la ropa... Y no son las clásicas princesas de cuento, son niñas de verdad como cualquier otra niña :)
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