Así que teníamos el PC en el estudio, que con el paso del tiempo se había convertido en una especie de trastero de los horrores al que daba miedo entrar, y la zona de trabajo en el salón. Pero ¡por fin! eso ha cambiado esta semana, como os contaba en mi última entrada.
Un escritorio pequeño, trastos por todas partes... un desastre.
Me falta una cajonera que me la enviaron mal. Snif, no se cuando llegará la buena. Pero con todo montado y recogidito, me queda así de bien. Ahora tengo que poner una cortina mona, y mejorar la decoración de las paredes. Lo iré haciendo poco a poco con tiempo, ya os lo enseñaré. Ahora da gusto estar aquí.
Tengo un armario nuevo donde guardar mis fieltros y telas. Ya no están en bolsas por ahí tirados. Lo mejor de todo es que ahora me sobra espacio para tener más ¡¡¡
En el proceso han aparecido recuerdos que teníamos guardados: El cabás que llevaba mi madre al colegio:
Y por supuesto, tengo que dar las gracias a mi novio, que ha sido el que ha hecho la mayoría del trabajo y gracias a él ha quedado así de bien. Como os decía en Instagram, #tengounnovioquenomelomerezco.
Te ha quedado genial, me encanta, yo también tengo que prepararme un rinconcito que como tu dices todo por medio y muchas bolsas con los materiales, jeje
ResponderEliminarEl mérito es de mi chico que se ha encargado de montar todos los muebles jajaja. Estoy muy contenta de tener por fin esta habitación arreglada. Merece la pena.
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